APROXIMACIONESLa universidad de rango mundial (III)Manuel Burga Historiador
EL LIBRO DE JAMIL SALMI, El desafío de crear universidades de rango mundial, es una síntesis bastante completa, elaborada a partir de una bibliografía de calidad, que muestra las diversas experiencias en Europa, Asia, Oceanía y Estados Unidos, en la construcción de universidades de rango mundial.
Todo el mundo quiere una, y las razones de esta aspiración las encontramos en otro informe del mismo Jamil Salmi, esta vez de 2002, Construir sociedades de conocimiento, en el que afirma que una sociedad de este tipo “… promueve la educación terciaria para reducir la pobreza y fomentar el desarrollo sostenible”. Entonces, ¿qué estrategia seguimos en nuestro país para crear una universidad de calidad?
Las experiencias en el mundo, mediante numerosos estudios realizados, nos muestran las estrategias utilizadas para crear una universidad de rango mundial. Primera: mejorar las instituciones existentes. Una ventaja de esta estrategia es su menor costo: no hay que hacer demasiados gastos, sino fortalecer a algunas universidades seleccionadas. Pero en este caso hay realidades que pueden jugar en contra. “… Este enfoque tiene pocas posibilidades de éxito en países donde existen estructuras de gobernabilidad y mecanismos que históricamente han impedido la creación de universidades de rango mundial, a menos que estos sean revisados drásticamente” (2009: p. 25). Esta estrategia ha sido elegida en la nueva ley universitaria 30220 de 2014 que en la cuarta Disposición Complementaria Final, Programa de Fortalecimiento para la Universidad Pública, dispone “… que en un plazo no mayor de 180 días, las universidades nacionales que se señalan a continuación elaborarán y aprobarán un Programa de Fortalecimiento Institucional para la calidad de la formación universitaria que brindan”. Se han escogido 12 universidades, “… seleccionadas en atención a su antigüedad y situación geográfica…”. Se utilizó este argumento porque no existen tablas de clasificación confiables.
Segunda: fusionar las instituciones existentes. Esta estrategia es usada en países orientales como China, Singapur, Japón, pero también en el Reino Unido, Dinamarca y Francia, donde se están fusionando universidades de acuerdo con las necesidades regionales (2009: p. 29). No sabemos si esta estrategia se ha usado en algunos países de América Latina. La nueva ley universitaria peruana no contempla esta posibilidad.
Tercera: crear nuevas instituciones. En el Perú existe una vieja tradición de crear nuevas universidades porque la experiencia demuestra que es muy difícil cambiar a las existentes. José Baquíjano (1751-1817), representante de las nuevas ideas, no pudo ser rector de San Marcos en 1783 porque fue derrotado por el conservador José Miguel Villalta. El virrey Abascal (1806-1816) trató, con el apoyo de ilustrados como Hipólito Unanue, de modernizar la centenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero no le fue posible y tuvo que crear la Escuela de Medicina de San Fernando en 1809, institución que recién se incorpora a la universidad en 1856 con las reformas educativas liberales. Igualmente, en la década de 1920, durante la Patria Nueva de Leguía, se intentó, a propuesta de Manuel Vicente Villarán, crear un campus en Santa Beatriz (Lima) para reunir a la Escuela de Ingenieros y la Escuela de Agricultura y Zootecnia con la finalidad de hacer de San Marcos la Universidad Nacional Autónoma de México peruana. El proyecto fracasó.
Crear nuevas instituciones ha sido la estrategia más utilizada en nuestro país en los últimos 50 años aproximadamente. En Ecuador, con la aplicación de la nueva ley universitaria de 2010, se ha iniciado una importante reforma universitaria que ha utilizado las estrategias segunda y tercera antes citadas. Han cerrado universidades comprobadamente de mala calidad y los estudiantes de estas universidades han sido reubicados en otras. Paralelamente, el gobierno ha puesto en marcha el gran proyecto la Ciudad del Conocimiento en Urcuqui, donde la universidad Yachay se proyecta como una universidad de rango mundial.
Se ha elegido la primera estrategia en nuestro país. ¿Por qué no la ponemos en marcha y potenciamos a las 12 seleccionadas? Por eso quería mostrar, a todos los interesados, que existen muchos países en el mundo que buscan crear universidades de rango mundial. ¿Por qué no lo hacemos nosotros? Lo he repetido muchas veces: esta es una oportunidad y la debemos saber aprovechar.
Publicado: 19/09/2015
http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-la-universidad-rango-mundial-iii-32991.aspx#.VgCALNJ_Oko
La universidad de rango mundial (I)Manuel Burga Historiador
Jamil Salmi, especialista marroquí, probablemente el inventor de la expresión world-class universities, nos dice en su libro El desafío de crear universidades de rango mundial (2009), que el ranking de las mejores 200 universidades del mundo publicado por el Suplemento de Educación Superior del Times en 2005 trajo la noticia de que las dos principales universidades de Malasia habían descendido 100 lugares.
Esto produjo un debate, la designación de una comisión para investigar este hecho y la renuncia de algunas autoridades de estas instituciones. Este hecho nos muestra el interés nacional que existe en este país por tener universidades de calidad bien ubicadas en estas tablas de clasificación.
En América Latina aún no encontramos una preocupación semejante, pero sí un interés creciente por aparecer en estos rankings. Así en el portal de la USP de Sao Paulo se dice: “Entre as 100 melhores universidades do mundo. A melhor universidade de América Latina”. Expresiones que ni la UNAM de México, ni la UBA de Buenos Aires pueden exhibir en sus portales. En nuestro país también hay un reciente interés por estas tablas, pero muchas universidades prefieren ignorarlas, ya que no las pueden utilizar en su publicidad porque las universidades privadas que más gastan en marketing no aparecen en ellas.
Existen, más o menos, 44 tablas de clasificación en el mundo, pero las más conocidas y consultadas son dos: el ranking de la Jiao Tong University de Shanghái desde 2003, que clasifica a las 500 mejores del mundo. La segunda, que data de 2004, es el Suplemento de Educación Superior del Times que clasifica a las 200 mejores universidades del mundo. Estas tablas, de alguna manera, confirman lo que antes era simplemente prestigio, fama, que se ha convertido ahora en puntaje acumulado de la suma de diversos indicadores.
Estamos aparentemente ante mediciones objetivas, y hasta se podría decir científicas, que sirven de orientación segura a todos los jóvenes, y a los Estados de todo el mundo, que buscan instituciones de calidad donde invertir tiempo y dinero. Así tenemos las 500 primeras (SJTU) o las 200 primeras (Times), donde de hecho existen algunas discusiones, pero cuando se trata de las 30 o 50 primeras, en los dos casos, casi no hay grandes diferencias.
Todos coinciden en que las universidades de rango mundial ocupan esos primeros 30 y 50 lugares en estas tablas y son conocidas instituciones, como Harvard, MIT, Berkeley, Stanford de Estados Unidos, u Oxford, Cambridge del Reino Unido, alguna otra europea, una japonesa, las que ocupan estos lugares.
¿Solo pueden existir en los países ricos y desarrollados? ¿Es razonable o posible proponernos llegar con una al Bicentenario de nuestra República? ¿Siquiera entre las 200 o 500 primeras? ¿Pero qué es una universidad de rango mundial?
Publicado: 06/09/2015
http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-la-universidad-rango-mundial-i-32597.aspx#.VgCAodJ_Oko
La universidad de rango mundial (II)Manuel Burga. Historiador
La pregunta que se hace Jamil Salmi en su libro El desafío de crear universidades de rango mundial (2009) es muy pertinente para nosotros, los peruanos: “¿Por qué es el ‘rango mundial’ el estándar al que debe aspirar una nación para, por lo menos, una parte de su sistema de educación terciaria? ¿No sería mejor para muchos países desarrollar un sistema que fuera pertinente a las necesidades locales, sin preocuparse por su méritos en el contexto de una comparación global (p. XVI)”. Muchas de estas preguntas parecen necesarias y urgentes.
Una universidad de rango mundial es una institución con profesores altamente calificados y con estudiantes rigurosamente seleccionados.
Son dos columnas fundamentales, a veces muy difíciles de construir, ya que la endogamia, donde se estudia finalmente se trabaja, hecha desafortunadamente una virtud en algunas universidades, públicas o privadas, es un obstáculo casi insalvable para crear una universidad de rango mundial. La selección de estudiantes, también el defecto hecho virtud, ha hecho que ahora cualquiera puede ingresar a una universidad.
Una universidad de este tipo es una universidad de investigación, en principio. Un centro de excelencia que se distingue por la producción de conocimiento. Pero también es muy importante la calidad de la enseñanza, el trabajo académico de sus docentes en los programas de pre- y posgrado. ¿Cuáles son los umbrales que diferencian a estos dos tipos de universidad? Es difícil de establecerlos, pero indudablemente pueden existir buenas universidades de investigación, como de formación.
Generalmente tienen considerables fuentes de financiamiento. La inversión anual por estudiante en Harvard sobrepasa los 100,000 dólares. En Estados Unidos, en promedio, la inversión anual por estudiante es de 54,000 dólares. En Europa asciende a 13,500 dólares. En la UNAM de México, 8,000 dólares. En la Universidad Nacional de Singapur, 6,100 dólares, y en la Universidad Malaya, 4,200 dólares. En el Perú, en las públicas, la inversión es de 2,500 dólares por estudiante al año. Entonces, estamos verdaderamente lejos, pero podríamos ponernos metas a 2021.
Estas universidades necesitan también una infraestructura adecuada, agradable para el trabajo de docentes y estudiantes. Se necesita también libertad académica y sólidas estructuras institucionales para una buena gobernanza institucional. Los que ahora dirigen universidades públicas o privadas en nuestro país deben hacer una lista de estas exigencias y preguntarse con cuáles de ellas cumplen y con cuáles no.
Publicado: 13/09/2015
http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-la-universidad-rango-mundial-ii-32808.aspx
Universidades y calidad educativa
18 de Septiembre de 2015
Escribe:
Salomón Lerner Febres
Desde hace algún tiempo se oyen variadas voces que cuestionan la reciente ley universitaria y en ella la creación de la Superintendencia de Educación Superior Universitaria (SUNEDU).
Aquellos que así opinan se escudan en una comprensión muy cuestionada de lo que es la Autonomía Universitaria, importándoles mucho menos el serio problema de calidad académica que viven una buena parte de las universidades en el país, sean ellas públicas o privadas.
Se ha olvidado que siendo la educación un derecho ciudadano, ella ha de ser correspondida por un Estado que organice centros de estudios superiores con la necesaria calidad para la formación profesional y ciudadana de los jóvenes que a ellos concurran. Asimismo se pasa por alto que en el Perú los grados y títulos se entregan “A nombre de la Nación” y que por tal motivo el Estado tiene el deber de asegurar que, también en las Universidades privadas, se cumplan altos niveles de calidad en la preparación de los alumnos.
Calidad implica, entre otros asuntos: un número pertinente de docentes calificados –y bien remunerados claro está–; fomento de la vida comunitaria a través de la ponderada y razonable participación de docentes y alumnos en el gobierno de la institución; cultivo de la conciencia en los alumnos del compromiso que han asumido frente a la sociedad y el país, el que nace del privilegio de formarse como profesionales –situación que no es la de la mayoría de jóvenes en nuestro país–; impulso a la creación del saber a través de la investigación pues sin ella la Universidad pierde en su esencia y se cierra al futuro; en fin, hacer de eso que llamamos Universidad un espacio de encuentro comunidad, de diálogo crítico y reflexivo en el que no sólo se cultive la inteligencia sino también la voluntad y los afectos.
Todo lo mencionado por desgracia es olvidado en nuestro país y ello porque frecuentemente se asume como verdad incuestionable que la intervención de la lógica de la empresa privada en la estructura y la vida académica de las universidades mejorará la educación, supeditando los valores más propios de las universidades al lucro entendido como el comportamiento “maduro” que han de seguir personas e instituciones. Así se convierte en imperceptible cualquier fin cooperativo, incluyendo el valor intrínseco de la búsqueda de la ciencia y la expresión artística, o el cuidado de la investigación. Luego de la creación del Decreto Legislativo 882, bajo el fujimorato, la proliferación de universidades empresa no ha mejorado en absoluto la calidad educativa en las universidades peruanas. Fascinados por las expectativas de lucro, estos nuevos centros han facilitado hasta el extremo el ingreso de estudiantes, pero no han buscado la formación de sus estudiantes ni han promovido la producción científica.
Cuando el lucro sustituye al espíritu académico como motor de la vida universitaria, la calidad del trabajo intelectual y el sentido crítico pueden verse sacrificados en nombre de las expectativas de ganancia del propietario. En esta situación se debe actuar con severidad frente a la existencia de centros de educación de ínfima calidad, que sorprenden a los estudiantes con trucos publicitarios y falsas promesas, ello a la par de que se brinde apoyo a las instituciones, públicas o privadas, que sean fieles a su misión formativa.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/704239-universidades-y-calidad-educativa
La nueva educación de alto rendimientoJuan ArroyoCentrum Católica
Una de las novedades del nuevo siglo en el Perú ha sido el consenso que ha logrado el reconocimiento de la educación de calidad como clave para la competitividad y el desarrollo nacional. En este movimiento por la calidad, el elemento con mayor dinamismo es la nueva educación de alto rendimiento.
Los resultados nada halagüeños de las pruebas PISA de 2013, que colocaron al Perú en el último lugar de los 66 países participantes, y los de la última encuesta regional de Unesco (Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo-Terce), que comparó el desempeño de estudiantes de educación primaria entre 2006 y 2013, y mostró que estamos por debajo de la media latinoamericana, nos han obligado a virar hacia el paradigma de la calidad.
El anterior paradigma fue el del universalismo, lamentablemente malentendido, pues hizo que la expansión de la cobertura se acompañase de un retroceso en cuanto al nivel de colegios y universidades. El universalismo fue, sin embargo, un avance respecto a la etapa aristocrática, que duró hasta la mitad del siglo XX, en que la educación se consideraba un lujo innecesario para un país que se consideraba que solo requería trabajadores manuales sin instrucción. Hacia 1940 había solo 630,000 estudiantes en primaria; 28,000 en secundaria y 5,100 en educación superior, contándose apenas con 14,300 profesores.
El universalismo en las décadas de 1960 y 1970 expandió la cobertura y oferta educativa en forma importante: en 1960 ya había casi un millón 500,000 estudiantes en primaria; 198,000 en secundaria; 30,300 en educación superior y 57,000 profesores. Luego vinieron en las décadas de 1980 y 1990 los avances hacia la cobertura total en primaria, la matrícula mayoritaria en secundaria y el boom de la educación superior. Pero esta extensión de la educación comenzó a verse afectada por la mediocrización de un grueso de colegios, institutos y universidades.
En el nuevo milenio, los cambios se dieron por el lado de la expansión de la matrícula en educación inicial (que pasó del 53% en 2001 a 78.8% en 2013) y la casi universalización de la educación secundaria (pasó de poco menos de 68.8% a 81.5% en el mismo período), mientras que la matrícula primaria se mantuvo estable en un 97% en el mismo período. De esta forma, en cuanto al indicador estrella del universalismo, la cobertura, en 50 años habíamos avanzado en forma notoria. Llegamos así al clásico perfil de país con trabajadores manuales con educación básica.
La educación superior no pudo contrarrestar este perfil básico, no obstante que el número de universidades aumentó exponencialmente de 9 en 1960 a 81 en 2003, y el número de estudiantes universitarios se elevó de 30,247 en 1960 a 782,000 en 2010, pues la enorme mayoría de instituciones de educación superior se refugió en la franja de educación de bajo rendimiento.
Este perfil, sin embargo, es insuficiente para la inserción del país en la nueva economía de la información y la innovación. De ahí el cambio de énfasis hacia la calidad, que ha promovido un enorme despliegue de iniciativas educativas: la inversión en infraestructura, la capacitación de los docentes, la carrera magisterial, la acreditación, el ingreso de los rankings de universidades, la regulación de las universidades, las evaluaciones censales de alumnos, el programa de textos escolares. La reforma de la educación pública se viene acompasando con proyectos empresariales de educación de excelencia, como la iniciativa de la Universidad Tecnológica del Perú del grupo Hochschild, la iniciativa Innova School de Interbank, la inversión en colegios a través de obras por impuestos, y muchas más.
La nueva educación de alto rendimiento está representada en el sector público por Beca 18, la Beca Presidente de la República y el Colegio Mayor, y en el sector privado por los colegios y universidades de excelencia, todas experiencias de punta del nuevo proyecto educativo nacional. El movimiento por la calidad deberá involucrar a todo el sector educación, público y privado, a las 106,000 instituciones educativas existentes y, en particular, a los 7.5 millones de estudiantes de primaria y secundaria, además de los de educación superior.
Este proceso tomará años y no estará exento de resistencias. El facilismo académico tiene un amplio mercado en el Perú, dado el alto nivel de informalidad. Por eso la educación de alto rendimiento se dirige a la franja más dinámica de estudiantes, profesores y directores, sobre todo a los muchachos talentosos de los 13,704 colegios de secundaria existentes. En el fondo se está tejiendo una alianza estratégica entre esta capa estudiantil voluntariosa y talentosa, sus instituciones educativas, el sector privado y el Estado peruano en representación de nuestra sociedad.
Publicado: 14/03/2015
http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-la-nueva-educacion-alto-rendimiento-27376.aspx#.VgB-29J_Oko
21 de Julio de 2015
Ley Universitaria: siguiente etapa es impulsar el proceso de acreditación
Mesa redonda. En su primer año, la implementación de la norma se centró en el cambio de autoridades y de estatutos, que aún no concluye. Actores de la reforma en el sector consideran que tienen que establecerse mejoras para evaluar la calidad.
Debate. Representantes de rectores, estudiantes y de la Sunedu discutieron por más de una hora y media sobre la problemática de la Ley Universitaria
Debate. Representantes de rectores, estudiantes y de la Sunedu discutieron por más de una hora y media sobre la problemática de la Ley Universitaria. Foto: Laura Gamero.
El debate continúa. En la mesa redonda, organizada por La República, también se habló de posibles cambios a la Ley Universitaria y hasta de la derogatoria de la misma para empezar la discusión de cero. En este diálogo participaron Iván Rodríguez, vicepresidente de la Asociación de Universidades del Perú (ASUP); América Odar, rectora de la Universidad Nacional del Santa; Julio Cáceda, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica; Enrique Rodríguez, de la Federación de Estudiantes del Perú y Zenón Depaz, miembro del Consejo Directivo de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).
PUEDES VER: Ley Universitaria: no hay acuerdo en las sanciones, ni en los plazos para el cambio de las autoridades
4. Pendientes y propuestas
Además de la adecuación, la ley incluye otras exigencias, ¿cuáles deben priorizarse e implementarse con urgencia? ¿Cuáles son sus propuestas?
Iván Rodríguez: La calidad es interés de las universidades. Se han realizado acreditaciones con organizaciones internacionales. El asunto es que debe haber garantías y no contaminarse con criterios políticos, porque a raíz de ello la universidad ha perdido su autonomía. El artículo 8 de la ley dice que es autodeterminativa. Sabemos que no es así cuando, incluso, los planes de estudio están sujetos a autorización. La universidad puede tener una concepción de calidad regida por estándares, pero el problema siempre será que la califica alguien de afuera.
América Odar: Para la acreditación de carreras, que es un indicador de calidad, la ley se quedó corta porque el proyecto inicial era que todas debían ser acreditadas; sin embargo, hoy solo es obligatoria para las de Educación y Ciencias de la Salud. Tampoco hay presupuesto (...) este año ya no tenemos un porcentaje del canon. También la ley se equivoca en que la maestría dure un año. Deben ser dos como mínimo y tres para el doctorado. Otro error es que se espera que los currículos pasen el visto bueno. Que hagan las correcciones, pero que no tarden.
Julio Cáceda: Debemos empezar a elevar el debate y hablar de calidad (...) Hay que establecer el reglamento para el licenciamiento de instituciones y carreras. Deberían darse mecanismos de incentivos para que, por ejemplo, las universidades acreditadas institucionalmente no tengan que pasar necesariamente por el proceso de licenciamiento de carreras. El siguiente nivel es la acreditación y ya se debatirá el proyecto del Consejo Peruano de Acreditación de la Educación Superior (Copaes) en el Congreso. También está crear indicadores sobre la situación universitaria.
Enrique Rodríguez: Ni la ley ni la Sunedu van a resolver los problemas de la universidad. Se debe debatir de manera política, porque si lo reducimos a cuestiones de calidad, lo reducimos a los técnicos. Y los estudiantes deben participar. En San Marcos, la Federación, que acaba de ganar, está firme en la derogatoria y quiero entender que es para abrir la discusión. No se puede debatir cuando ya tenemos reglas y sanciones.
Zenón Depaz: En primer lugar, está pendiente la transición de la gestión y de las normas que regulan la universidad. Un elemento clave al que no le prestamos atención, en medio de las disputas, es la elección del nuevo estatuto. Lo que este hace es proveer un diseño de la universidad; es decir, saber qué queremos de esta a futuro (...)Una vez culminado ese proceso lo que se trata es de ir adelante en el impulso de la calidad.
5. Cambios en la ley
¿La norma se debe modificar? En San Marcos hay voces que piden su derogatoria.
Iván Rodríguez: La ley tiene una falencia de inconstitucionalidad insalvable y radica en el órgano suprauniversitario que no forma parte de la comunidad universitaria ni la representa, sino que está concebida para fiscalizar con una naturaleza coactiva y punitiva. Así, hace ilusoria la autonomía: no existe desde que hay un órgano que depende del Ejecutivo. La mejora de la universidad y la solución de sus problemas va a emanar (...) solo de un consenso.
América Odar: Una nueva ley era necesaria, pero la Sunedu no va a cumplir realmente un rol si sigue en ese camino. El artículo 20 dice que el superintendente es designado mediante resolución suprema a propuesta del ministro de Educación. ¿Y quién designa a este? El presidente. Es un cargo eminentemente político y con una superintendencia así no se mejorará la calidad (...) La Sunedu debe revisarse y también debe respetarse el Estado de derecho de las universidades (...) El Estado puede mejorar esta ley y no depender de la Sunedu.
Julio Cáceda: La ley tiene muchas cosas por mejorar (...); sin embargo, es una apuesta. Veamos cómo va y en el camino mejoremos porque si ahora planteamos derogarla y tratar de que haya otra ley, ya no pasará (...) Primero, coincido con que el superintendente no debe ser elegido por el ministro sino por el Consejo Directivo. Segundo, en el gobierno de las universidades privadas se debería precisar qué significa que participen los maestros y estudiantes. Y tercero es que no se incluye nada sobre la interculturalidad.
Enrique Rodríguez: La ley debe ser derogada, pero no es una posición aislada. Queremos una universidad mejor y eso implica que la ley sea debatida por la comunidad universitaria, con docentes y egresados. Tampoco creo que la ANR haya sido la solución porque ya era un vicio de corrupción (...) Queríamos una revolución educativa y no el remedo de ley que nos han impuesto, porque el congresista Mora, pese a que le propusimos cosas, nunca las introdujo y hoy nos dicen que van a solucionarlo en el camino. Y ya nos engañó...
Zenón Depaz: El debate que condujo la aprobación de esta ley instaló algo valioso que es la voluntad de que el país tenga por primera vez políticas de Estado para la educación superior. Antes, la educación superior funcionaba desenganchada de las políticas de Estado en otras áreas de la vida nacional (...). Los países circundantes, todos excepto el nuestro, decidieron políticas con organismos que, si Sunedu tiene un perfil intervencionista como se ha dicho, serían el epítome del intervencionismo. Sin embargo, creo que una mirada a lo que está ocurriendo en el entorno muestra sistemas universitarios mucho más coherentes y solventes que el nuestro. No hay ninguna voluntad de intervención por parte de Sunedu. (...) Creo que el defecto de esta es una suerte de extrema cautela frente a lo que está pasando en la universidad, cuando la demanda ciudadana es que se ponga orden en las universidades.
Desacuerdo por plazos para la adecuación a ley
A través de un comunicado, el Consejo Directivo de la Sunedu determinó que las universidades públicas deben adecuarse a la ley antes del 31 de diciembre. Según la ASUP, ¿cuál debería ser el plazo? Para el consejero de la Sunedu, ¿por qué se dio el plazo?
Iván Rodríguez: El acuerdo del Consejo Directivo de la Sunedu está trastocado. La determinación del calendario para elegir a las autoridades depende de la Asamblea Estatutaria. Al asumir esa potestad, la Sunedu se equivoca. Los términos son irreales para una universidad nacional por más pequeña que sea.
Zenón Depaz: Hace un año se dio la ley y estamos poniendo medio año más para la conformación del comité electoral, la elección de la Asamblea Estatutaria, la aprobación del estatuto y las fechas para elegir nuevas autoridades. ¿El tiempo es estrecho? La constitución del comité electoral autónomo es automática. La dirección de personal informa quiénes son los maestros más antiguos y se constituye el comité, no sé por qué esto tiene que demorar más, lo que pasa es que ha habido injerencia de autoridades (...)
http://larepublica.pe/impresa/sociedad/16902-ley-universitaria-siguiente-etapa-es-impulsar-el-proceso-de-acreditacion
Idel Vexler
Opinión
¿Y la acreditación de los colegios?
03 de Junio del 2015 - 06:46 | Lima -
En las últimas semanas visité dos colegios (uno privado y otro público) para conversar sobre educación. Cuando ingresé a las salas para las charlas, las maestras a cargo de las reuniones, entre otras expresiones, exclamaron: “Colegio… rumbo a la acreditación”. Ocurre que estaba en dos planteles que están desarrollando procesos de autoevaluación y planes de mejora continua -hace un buen tiempo- bajo la supervisión del SINEACE para lograr la acreditación institucional.
Si bien esto me alegró mucho, me vi obligado a decirles que había una Resolución Ministerial (RM 218-2015-MINEDU) que dejaba sin efecto los procesos en marcha de mejora de la calidad. Los asistentes exclamaron: ¡No puede ser! ¡Hemos invertido tiempo, recursos materiales y técnicos para mejorar y demostrar la calidad de nuestro colegio! ¡¿Y nuestro plan de mejora continua?! ¡¿Por qué el Minedu trunca nuestras aspiraciones?!
Traté de tranquilizarlos diciéndoles que estaba informado extraoficialmente que se expediría una nueva RM para restituirle al SINEACE sus atribuciones en concordancia con la nueva ley universitaria que apuesta por la continuidad de este organismo reformado.
Efectivamente, el 14 de mayo se ha expedido la RM 269-2015-MINEDU que dispone que los procesos de las instituciones de educación superior puedan continuar. Sin embargo, inexplicablemente, mantiene el cercenamiento de los esfuerzos de cerca de 600 colegios que aspiran a la acreditación nacional. Pareciera que la voluntad del Minedu es desactivar el SINEACE y crear un organismo acreditador solo para institutos y universidades, dejándose de lado la acreditación de la calidad educativa de los colegios, que constituyen la base de la formación integral de los peruanos y peruanas. ¿O es que acaso el Estado debe desatenderse de la cultura de evaluación y mejora continua de los centros de inicial, primaria y secundaria? Se dice que estaría a cargo de instancias privadas nacionales e internacionales. ¿Por qué? Ojalá el Congreso de la República tome cartas en el asunto.
http://diariocorreo.pe/opinion/y-la-acreditacion-de-los-colegios-592078/
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